El país del tigueraje. Paraíso de Motoristas, camioneros, guagueros y otros patanes
Muchas veces uno se pregunta ¿por qué será que este país como que no avanza? Creo firmemente que hay muchos factores que deben considerarse...

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Creo firmemente que hay muchos factores que deben considerarse para poder dar una respuesta adecuada a esa pregunta; factores estos que, por su naturaleza, hacen la pregunta un poco compleja y su respuesta aún más. Hay que mirar de frente aspectos que oscilan entre económicos, pasando por los sociales y llegando incluso a tocar los sociales, culturales y psicológicos.
No obstante, también creo que uno de esos factores, y tal vez uno de los más importantes (si no el que más), es la manera de pensar y actuar del dominicano en los medios en los cuales se desenvuelve en su vida diaria; es la propia idiosincrasia del dominicano que está corrompida por ese "pandillaje patológico" (aludiendo a una frase muy de moda, aunque en otro contexto, en los actuales momentos).
El dominicano tiene un "tigueraje" que "mete miedo", un tigueraje que quiere ostentar, y de hecho ostenta, en casi todos los aspectos de su interacción social. El comentario viene a colación por la foto que ven arriba y a la izquierda. La tomé con mi celular ayer sábado mientras transitaba por la Ave. General Charles de Gaulle, en la provincia de Santo Domingo, justamente sobre el puente de la rivera del Ozama. Ayer, al medio día, allí había un tapón kilométrico y un calor sofocante, fruto de unos trabajos que se están haciendo en la vía más adelante, como quien se dirige hacia Villa Mella, pero que no justifica la conducta protagonizada por esos desaprensivos que se observan en el retrato. Observe la foto, y fíjese como un grupo de pandilleros irrespetuosos de las leyes y del derecho ajeno se mete en vía contraria por el puente (incluyendo un motorista).
No vaya usted a creer que hubo allí un agente de la Amet que coordinó el desvío improvisado fruto de la situación que describí, no. Esos delincuentes, asesinos en potencia, se adjudicaron ese "derecho" de transitar contrario a la dirección de la vía a cualquier precio. Imagínese usted a una persona manejando del otro lado, en su vía, confiado y muy tranquilamente, con todas las de la ley, y de repente (en un abrir y cerrar de ojos) se encuentra frente a frente con el vehículo de uno de esos indisciplinados, de estos tigueres que no quieren respetar nada y que todos los días desafían impunemente todas las leyes y todos los preceptos sociales básicos. El choque es entonces inminente, con todas las consecuencias que esto implica. Ahí viene entonces la desgracia, la calamidad, la muerte, las lesiones de por vida, las pérdidas y daños a la propiedad, el dolor para las familias. Todo por una imprudencia de un maleante que no tiene sesos, de un "tiguere" que no puede esperar (como esperamos los otros) cinco, diez, quince, los minutos que fueran necesarios, haciendo nuestro turno en la fila de vehículos, porque así debe ser.
¿Usted quiere ver si ese "tigueraje" que no nos deja avanzar como sociedad está o no empotrado hasta los tuétanos en los huesos del dominicano?; ¿desea usted verificar y vivir en carne propia la impotencia de infarto que produce ese tigueraje asqueroso, esa forma de pensar y actuar de "chivo sin ley"? Si se atreve, entonces vaya a cualquier banco comercial y métase en la fila. Si no hay un militar o una seguridad allí, que lidie con esos facinerosos que como tales se comportan, usted va a tener que darse "dos trompadas" con uno de los avivatos. Vaya al supermercado, métase en la fila para pagar y usted verá si el gas pela: uno de los "tigueres" por meterse y violentarle su derecho a como de lugar. Más aún, maneje por si quiera quince minutos en cualquier avenida de Santo Domingo para que aprecie en blanco y negro y a todo color cómo uno que otro animal se le mete alante, en su carril, sin poner direccional ni hacer ninguna señal mecánica.
Si usted no quiere experimentar el abuso en su más sublime expresión, si no desea constatar el colmo del descaro, si no está dispuesto a probar, con mucho desagrado, una especie de mezcolanza entre impotencia y miedo (terror diría yo), entonces no maneje al lado de un guagüero. Deje a ese animal que pase, que se lleve el mundo por delante, porque aunque usted vaya por su carril, el muy estúpido no va a respetar eso, ese "analfabeta" lo va a impactar, lo va a chocar por cualquiera de las esquinas de su vehículo (aquí utilizo el término "analfabeta" como un doble insulto. No debe utilizarse la palabra para el género masculino, aunque muchos, por modismo, la están utilizando en muchos medios impresos, inclusive). Lo más interesante es escuchar a estos delincuentes hablando cuando tienen la oportunidad de viajar a países civilizados (este no lo es, aquí parece que andamos en la jungla con todos estos tígueres). Allí SI respetan esos patanes los carriles, allí SI respetan las luces y no se atreven a violentarlas, allá SI hacen sus filas... porque en caso contrario los deportan como los perros que son, pero aquí se permiten delinquir sin remordimientos. Eso es lo que hace falta aquí, un poco de autoridad que los meta en cintura.
Volviendo a lo de la foto, esa falta de disciplina y de franco irrespeto al derecho ajeno que ustedes aprecian en la misma (parafraseando a Benito Juárez) no lo vigila ni lo castiga nadie en este país. Lamentablemente no pude fotografiar una unidad de la Amet que pasó por ahí justamente mientras se cometía la tropelía que les estoy describiendo (casi se "pechan" con un camión en vía contraria), cuyos agentes no hicieron nada, simplemente siguieron transitando normalmente como si nada estuviera pasando. Eso es tan malo o muchísimo peor que hablar por el celular, que tener un "quilladito" en una mica direccional o que esta no encienda ¿o me equivoco?
Entre ese tipo de conducta y la criminalidad y la delincuencia, hay una delgada línea separadora, casi imperceptible y eso es peligroso. Si no cambiamos la forma de comportarnos, este ps está destinado y, peor aún, sentenciado y condenado a un sólo camino: el del fracaso rotundo y penoso.