domingo, 6 de julio de 2025

TOMÁS MORO

 

TOMÁS MORO

De paseo por la historia. Con una mirada breve a los eventos y personajes que impactaron al país y al mundo.

Evaristo Regalado, 6 de julio de 2021, actualizado al 2025

Antes de navegar por la vida de nuestro personaje de hoy, rescatemos no una, sino dos frases atribuídas a Tomás Moro. La primera sobre el ejercicio de la política, la segunda sobre el rencor y el desagradecimiento. Cito: 

”El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral”

Y continúa: “Cuando esto sucede comienza el sufrimiento del pueblo y de los gobernados”. ¡Qué frase, compadre! 

Cuando Tomás Moro dice que el hombre no puede ser separado de Dios, está subrayando que la espiritualidad, entendida como el vínculo humano con lo divino o con una conciencia superior, forma parte constitutiva e intrínseca de la persona. Desvincular a la persona de esa dimensión espiritual (no necesariamente religión, pero eso lo agrego yo) sería cosificarlo y reducirlo a una mera criatura biológica, ignorando su vocación hacia el bien. 

La segunda parte de la frase (la política de la moral) es una crítica a cualquier ejercicio del poder que no esté guiado por principios éticos. Separar la política de la moral equivale a justificar decisiones en función de intereses, cálculos o conveniencias, sin considerar el elemento servicio, que es una forma de la política, o si esas decisiones son justas, legítimas o humanas. Muy profundo. 

La otra frase, ahora en la revisión del artículo me doy cuenta de que no es de Tomás Moro, sino de Thomas Moore, pero me voy a permitir dejarla incluida en el escrito por su relevancia. Se lee así:

”Los hombres, cuando reciben un mal lo escriben sobre un mármol; más si se trata de un bien, lo hacen en el polvo.“

Se trata de una metáfora sobre la tendencia del ser humano a tener una memoria selectiva que amplifica el dolor, las heridas, las injusticias y los agravios recibidos, marcando nuestra conciencia con una fuerza duradera, casi inalterable, casi indeleble, guardando el rencor como si fuese patrimonio; mientras que por el otro lado se minimiza la gratitud por las ayudas, los gestos nobles y los actos de bondad igualmente recibidos, produciendo un desequilibrio muchas veces injusto. Ahora vamos al paseo. 

Un día como hoy, 6 de julio, pero de 1535, falleció en Londres el pensador, teólogo, político, profesor de leyes, juez, abogado, canciller de Inglaterra, mártir católico y escritor inglés Thomas Morus, mejor conocido por su nombre castellanizado “Tomás Moro”, uno de los pensadores humanistas más eminentes del período del Renacimiento.

Su obra más famosa es Utopía (1516), donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación que habita una isla que lleva ese mismo nombre (Utopía). Utopía es una parábola exquisita y asombrosa que se erige como una crítica al orden social establecido en Europa en esa época. 

Muchos hablan de este pequeño libro, pero son pocos los que lo han leído. Es interesante saber que el término “utopía” fue inventado por Moro y se incorporó al diccionario a partir de la publicación del libro. A partir de esta obra surgió un nuevo género literario, el género “utópico”, y su también némesis, su contrapartida: el género “distópico”. Pero no estamos totalmente seguros de si “utopía” en principio se refería a un “no-lugar” (“u-topos”), a un “buen-lugar” (“eu-topos”) o tal vez un lugar que no existe, pero que debería existir. 

En cualquier caso, en la isla ideal que representa Utopía existe la propiedad común de todos los bienes, el trabajo es compartido, se ejerce la igualdad plena en el sentido de que las diferencias de tipo social quedan totalmente disueltas; la isla de Utopía está provista de lugares destinados al esparcimiento a través de la lectura y el crecimiento del arte y la cultura (una maravilla). 

La sociedad de Utopía está totalmente organizada de manera racional, y no la tocan ni por asomo los grandes males políticos actuales, como la corrupción administrativa, las guerras obstinadas e inútiles, el maltrato a los pobres y desposeídos, y mucho menos se asoma el autoritarismo por sus lares. En Utopía todo se lleva a cabo de forma democrática. 

Es impresionante hacer un ejercicio de mirada retrospectiva hacia el año en que Tomás Moro escribió esta magnífica obra, hace más de cinco siglos (¡ha llovido mucho desde entonces!) y caer en cuenta de lo avanzado que estaban su pensamiento y sus planteamientos, y la cierta vigencia que todavía tienen. 

El título original de la obra en latín es un poco largo, parece un discurso, más que el nombre de una obra: ”Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus, de optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopi”, que en Español se leería más o menos como “Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía”. Algunas versiones aparecieron con el título “De optimo statu republicae de que nova ínsula Utopia liber”. Ahora se entiende mejor el por qué solo se le llama “Utopía” ¡y ya!

Nuestro personaje de hoy fue un católico indudable y es venerado por los católicos como santo Tomás Moro. Fue un detractor de la Reforma Protestante, pero de manera especial de William Tyndale y Martín Lutero, fraile católico agustino que inspiró la Reforma y la doctrina teológica denominada como “luteranismo”1, en la que exhortaba a la iglesia a regresar a las enseñanzas originales de la Biblia, lo que terminó produciendo un cisma religioso con una reestructuración de las iglesias cristianas en Europa. 

Tomás Moro vio a la Reforma protestante como herejía y como una amenaza a la unidad de la iglesia y de la sociedad. Sus primeras acciones en contra de la Reforma Protestante incluyeron ayudar al cardenal Wolsey a deshacerse de libros luteranos que se importaban clandestínamente a Inglaterra, espiar e investigar a presuntos protestantes, especialmente los editores, y detener a cualquier participante en la posesión, transporte o venta de libros de dicha reforma. 

Tomás Moro fue declarado por el papa Juan Pablo II como “Patrono de los gobernantes y de los políticos” el 31 de octubre del año 2000 y cada 22 de junio se celebra el Día de Santo Tomás Moro. 

Algunas de las obras más importantes de Moro, aparte de Utopía, son: (1) “Diálogos de Luciano”; (2) Cartas de un humanista; (3) “La otra libertad. Escritos en prisión”; (4) “Epigramas”; (5) “Piensa la muerte”; (6) “Carta a un monje”; y (7) “La agonía de Cristo”. 

Podemos encontrar a Tomás Moro también en el cine. La película A Man for All Seasons (1966), premiada con seis premios Óscar, entre ellos el de mejor película, narra los últimos años de Tomás Moro. Como filmes utópicos también se cuentan (1) “El hombre vicentenario” (1999), una obra de Isaac Asimov llevada al cine y protagonizada por el fenecido Robin Williams; (2) “Just Imagine” (1930); (3) “They came to a city” (1944); (4) Playtime (1967); (5) “La belle Verte” (Planeta libre, 1996); (6) “The Truman show” (1998); (7) “Eva” y (8) Zootopia (2016), esta última en “muñequitos”, muy recomendada; entre otras. 

También en la serie de televisión Los Tudor se narra parte de la vida de Tomás Moro. Su final es representado en la temporada 2, capítulo 5.

También un día como hoy recordamos a William Faulker (escritor estadounidense y Premio Nobel de Literatura (en 1949), a Manny Machado (beisbolista estadounidense de origen dominicano), a Pau Gasol (baloncetista español), a Sylvester Stallone (actor estadounidense), a 50 Cent (rapero estadounidense), a Frida Kahlo (pintora mexicana) y a George Bush Jr. “43”, político y ex presidente número 43 de los EEUU, hijo de George Bush Sr. “41”, también expresidente, de más está decir qué número. 

Y muy a propósito de los números de los presidentes de los EEUU, el actual Donald Trump, ocupa el número 47 en la lista de mandatarios que ha tenido esa nación. La placa del vehículo presidencial oficial, conocido como La Bestia, un vehículo blindado de 10 toneladas, en estos momentos exhibe el número 47 en la placa delantera, como ha exhibido en su momento los números de cada uno de los inquilinos de turno en la Casa Blanca.

Hasta la próxima, cuando la historia y los personajes nos reencuentren. Si te gustó, comparte. 

#depaseoporlahistoria #06Jul #TomasMoro


  1. Martín Lutero dio el “primer picazo” de la Reforma Protestante el 31 de octubre de 1517 con la publicación de sus “95 Tesis” en Wittenberg, en una época en que en Occidente no existía ninguna otra religión más que la católica, prácticamente obligatoria y dotada de un poder espiritual y social que se encontraba en su “prime” y bajo la total hegemonía y autoridad del Papa; no como ahora, que la práctica religiosa se mira como una opción libre y personal que es respetada y pocas veces violentada. Tremendo, Lutero. ↩︎

WILLIAM FAULKNER

 

WILLIAM FAULKNER

De Paseo por la Historia. Una mirada breve a los eventos y personajes que impactaron al país y al mundo.

Evaristo Regalado, 6 de julio de 2025

Vamos a iniciar nuestro paseo de hoy con una frase de William Faulkner con la que refleja su creencia en la lucha interior del ser humano como forma de trascendencia. 

No te molestes en ser mejor que los demás. Intenta ser mejor que tú mismo.” 

Faulkner, con esta breve sentencia dirige la atención hacia la mejora de nuestras potencialidades, limitaciones y debilidades desde el interior. La vida no se trata de una competencia sin sentido y desalmada por superar al prójimo en fama, riqueza o reconocimiento, sino de enfrentar al único adversario legítimo: el yo de ayer. Faulkner, se refiere, consciente o no, al mismo “superhombre” del que también habló Nietzsche, no de aquel que vence a otros hombres, sino de aquel que constantemente se supera a sí mismo.

Un día como hoy, 6 de julio de 1962, falleció uno de los grandes narradores del siglo XX: el escritor estadounidense William Faulkner, ganador del Premio Nobel de Literatura en el año 1949 “por su poderosa y artísticamente única contribución a la novela contemporánea estadounidense” (The Nobel Prize in Literature 1949 - NobelPrize.org, n.d.). 

Faulkner había nacido en el corazón del sur profundo (pero no en la frontera de RD y Haití, en el Caribe) sino en Mississippi, Estados Unidos, el 25 de septiembre de 1897. Desde joven fue un muchacho callado, observador, hijo de una familia sureña venida a menos. Intentó enlistarse para luchar por su país en la Primera Guerra Mundial, pero solo lo logró a través del ejército británico. Aquella experiencia fugaz apenas se asomó en su primera novela, Soldiers’ Pay

De regreso en su tierra natal, probó suerte en la universidad, impulsado por beneficios para veteranos, pero la abandonó muy pronto. Fue cartero (lo despidieron porque leía las cartas que trasladaba), pintor, periodista… pero su verdadera vocación latía en silencio: quería escribir.

Faulkner creó un universo entero desde su pueblo. Inventó un condado ficticio, Yoknapatawpha, tan ficticio (pero tan agreste) como el Macondo de García Márquez1. En las calles de Yoknapatawpha, en sus casas y sus campos transcurren casi todas sus historias. Allí convivían familias rotas, esclavos “liberados” aún encadenados por el racismo, patriarcas vencidos por el tiempo y mujeres marcadas por el escándalo. Un mundo desgarrado, espejo del suyo, narrado con personajes tan complejos y contradictorios como cualquier ser humano.

Su obra más conocida, El ruido y la furia (1929), retrata la decadencia de la familia Compson a través de cuatro voces distintas. La primera (y quizás más conmovedora) es la de Benjy, un hombre con discapacidad mental que recuerda el pasado en fragmentos desordenados, como si la memoria fuera un espejo roto. Le siguen los relatos de sus hermanos, cada uno cargando su propia tragedia interior. Leerla es entrar en un rompecabezas emocional que solo cobra sentido con paciencia y empatía.

Después llegaría ¡Absalón, Absalón! (1936), tal vez su obra más ambiciosa. Narra la vida de Thomas Sutpen, un hombre obsesionado con fundar una dinastía, sin importar a quién pisotee. Su historia se cuenta en espiral, a través de múltiples voces, especialmente la del joven Quentin Compson, que intenta descifrar un pasado tan lleno de silencios como de sombras. Es una novela sobre el peso de lo no dicho, sobre cómo el pasado nunca muere: simplemente se transforma.

Pese a sus inicios poco exitosos en ventas, Faulkner fue ganándose el respeto del mundo literario. Su estilo era denso, exigente, sí, pero también profundamente humano. El hombre llegó Hollywood por necesidad a trabajar como guionista, sin embargo nunca dejó de escribir para lo único que realmente le importaba: sus libros.

En su discurso de aceptación del Nobel, Faulkner afirmó que el deber del escritor era contar “la historia del corazón humano en conflicto consigo mismo”. No pudo haber elegido mejores palabras para resumir su legado. Él no escribía para gustar: escribía para comprender.

Dejó frases memorables, reflexiones tan agudas como intempestivas. Aquí citamos algunas:

Siempre sueña y apunta más alto de lo que sabes que puedes lograr.” 

Una frase inspiracional que en su contexto puro el autor circunscribe al ámbito del arte, pero que es perfectamente aplicable a cualquier esfera de la vida. El acto de crear no debe estar limitado por lo que creemos posible, sino por lo que deseamos alcanzar, aunque parezca inalcanzable. Vivir con propósito, aun sabiendo que podrías no lograrlo, es ya una forma de nobleza. Para Faulkner, el valor del intento supera al resultado.

Se puede confiar en las malas personas. No cambian jamás.” 

Una frase tan cruda como irónica y realista, una gran verdad sobre la naturaleza humana corrompida. Se puede prever lo que hará alguien malvado de antemano, porque esa persona no se desviará nunca de su naturaleza. Eso nos recuerda la fábula del alacrán (o escorpión) y el sapo (o rana), atribuida a Esopo. No es el tema del paseo, pero igual quiero transcribirla aquí para reforzar la frase de Faulkner, que viene muy a tono con ella (los créditos a quien correspondan):

“Cuenta la historia de un escorpión que le pidió a un sapo que lo transporte a través de un río. El sapo, temeroso de ser picado, se resistió, pero el escorpión prometió no hacerlo, argumentando que ambos morirían si lo picara. Parecía un razonamiento muy lógico. El sapo, convencido, accede, pero a mitad de camino, el escorpión lo pica, condenando a ambos a morir. La fábula se utiliza para ilustrar la idea de que algunas personas, impulsadas por su naturaleza, son incapaces de evitar causar daño, incluso si eso significa perjudicarse a sí mismas”

Las “malas personas” pueden parecer más confiables que las “buenas”, no porque sean virtuosas, sino porque son coherentes en su maldad. ¿Conoce usted alacranes y sapos ingenuos?. En lo que responde, continuemos con la siguiente frase de Faulkner. 

Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil.

Está frase encierra una profunda metáfora sobre el conocimiento, la experiencia y la relación entre el ser humano y el mundo. En apariencia, habla de viajes o de geografía, pero no: en el fondo lo que propone es una crítica al progreso superficial, apelando a una vivencia directa y lenta como forma legítima de apropiación del entorno (y del conocimiento, y de las cosas). 

La influencia de Faulkner trascendió el idioma inglés. Y ya lo hemos dicho: autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Juan Rulfo reconocieron en Faulkner a un maestro. Aprendieron de él a narrar el tiempo como se desliza: irregular, caprichoso. Aprendieron a escribir lo que no se dice, lo que se hereda sin palabras: la culpa, la pérdida, la memoria rota.

Yoknapatawpha no figura en Waze ni en Google Maps, en Google Earth o en los mapas impresos, pero existe, como Cevicos. Late entre líneas, respira en sus personajes, se arrastra por los rincones de sus frases laberínticas. Porque Faulkner no escribió solo para contar, sino para recordarnos que lo más humano, aun lo roto, lo atrasado, lo desgastado, lo invisible e ignorado para muchos, también merece ser narrado.

Hasta la próxima, cuando la historia y sus voces vuelvan a llamar a nuestra puerta (¡uff! Que poético me quedo… ‘dito flow literario! 😅. Es broma, pero si te gustó, comparte: porque la cultura que se guarda, se olvida; pero la que se comparte, se queda para siempre.

#DePaseoPorLaHistoria #Faulkner #ElRuidoylaFuria #AbsalonAbsalon #06Jul

Referencias:

Johnson, C. (2018, February 9). Gabriel García Márquez’s road trip through Alabama. THE PARIS REVIEW. Retrieved July 6, 2025, from https://www.theparisreview.org/blog/2018/02/09/gabriel-garcia-marquezs-road-trip-alabama/

The Nobel Prize in Literature 1949 - NobelPrize.org. (n.d.). NobelPrize.orghttps://www.nobelprize.org/prizes/literature/1949/summary/


  1. García Márquez admiraba mucho tanto a Hemingway como a Faulkner, a quienes consideraba sus maestros más importantes (Dobbs, 2011). Es probable que El sonido y la furia y ¡Absalón, Absalón! Influyeran a Márquez mostrándole cómo se podía inventar un lugar entero y darle densidad histórica y emocional sin que fuera real. ↩︎