El autor es periodista
El presidente Fernández es dueño, para decirlo de un modo que se ajuste a la verdad, no sólo del Poder Ejecutivo, sino del Legislativo y Judicial. Es decir, de los tres poderes del Estado, lo cual significa, además, ser dueño de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, de la Cámara de Cuentas, de la Junta Central Electoral, del Consejo Nacional de la Magistratura, del Fiscal del Pueblo, de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo, que es un poder dentro del poder, así como del Despacho de la Primera Dama que también es otro poder dentro del poder. Y como si fuera poco, el presidente Fernández también es dueño de la Opinión Pública, la cual compró por 8 mil millones de pesos al año.
Todo ese poder está sustentado en la corrupción y el narcotráfico. La corrupción representa más de cien mil millones de pesos todos los años, según han calculado organizaciones que luchan contra ese flagelo, en tanto que las drogas y el lavado de activo introducen en la economía dominicana más de mil millones de dólares anuales, como bien lo han admitido autoridades financieras.
Si al poder político total le añadimos el poder económico superior al de los empresarios y comerciantes del sector privado, podemos afirmar que estamos ante un monstruo de muchas cabezas que parece invencible.
En efecto, el presidente Fernández parece invencible. Al día de hoy no tiene adversario. Nadie en su partido osará enfrentarlo. El que lo intentó terminó en un rincón del Comité Político. Los partidos de oposición fueron destruidos, como el reformista, o debilitados, como el PRD que ni siquiera tiene representante en el Senado.
Con todos los poderes en sus manos, sin oposición, ¿por qué dejar el poder? ¿Por qué un hombre ambicioso, que aun no tiene 60 años de edad, dueño absoluto de un país que ha gobernado durante 12 años, dejará el poder? ¿Quién es el iluso que cree que el presidente dejará que uno de los suyos, el que sea, lo sustituya en el trono para irse a su casa a esperar que pasen cuatro años para intentar volver? Sólo un tonto en el PRD creyó el cuento de que el Presidente Fernández le entregó la antorcha del poder cuando firmó el pacto de las corbatas azules. El poder no se regala, se arrebata.
Que lo sepan todos desde ahora: Leonel no se va del Palacio Nacional. Sus intereses y los del grupo que protege están en juego. Nadie que no sea él garantiza esos intereses que cada día aumentan.
Los hechos, testarudos como siempre, les están dando la razón a los que advertimos hace algunos años, que el país marchaba hacia una dictadura sostenida por la fuerza del dinero del Presupuesto Nacional, por el narcotráfico y la violencia que ya comienza a ensangrentar las calles del país.
Qué lo sepan todos: ¡Leonel no se va del Palacio Nacional! ¡Habrá que sacarlo!
¡Y esa es una tarea del pueblo!
Fuente: Diariodigital
