Donde dije "digo" no fue eso, sino "Diego"

En los ambientes gallísticos se emplea muy a menudo la frase "Palabra de Gallero". Yo no se si eso se cumple cabalmente, porque no conozco bien el ¿deporte? del “pico y las espuelas”, pero tal parece que si, que los galleros honran sus acuerdos verbales de una manera muy satisfactoria. De lo que sí estoy completamente seguro es que el difunto Chito, mi abuelo paterno, nos enseñó a mis tíos y tías, primos y primas y a mi, en lo particular, que cuando uno se comprometía a hacer algo debía cumplir con ese compromiso, “porque el pobre lo único que tiene es su palabra” y jamás debe tirarla por el suelo, aún esto conlleve ciertos sacrificios. Dicho de otra forma: “El hombre vale por su palabra”. Es algo que he interiorizado y que me he esforzado al límite por cumplir en todos los aspectos de mi vida; en lo personal, familiar y profesional.

Hay veces en que le sale uno un poco cuesta arriba e incluso caro (expensive, como dirían los gringos) comprometerse de palabra y cumplir y el testimonio más vivo y reciente que tengo de eso es un compromiso que hice, sin pensarlo mucho cuando lo dije (en medio de unos tragos), con mi hija Amy Nicole, a quien le prometí llevarla a un lugar público de esparcimiento en la ciudad de Puerto Plata, cuando habían otras prioridades, desde el punto de vista económico. Sin embargo, en la madrugada de aquel día prometido, como en otros, estuve yo al pié del cañón, acostando mi niña, que todavía dormía, en el asiento trasero de mi carro (porque era muy temprano en la mañana), arropándola con una gran sábana y prendiendo el vehículo para desfilar, en medio de la niebla, hacia a esa bella ciudad norteña, porque había que cumplir, no podía fallarle a mi hija, había “empeñado” mi palabra.

Quizás estoy siendo un poco romántico, distraído, ajeno de la realidad… un total iluso, si se quiere, al pensar que “la pava pone ‘ande ponía” y al preguntarme si sería posible en la actualidad, que entre dos personas se pudiera establecer un compromiso irrefutable, con el simple hecho de dar y recibir la palabra de honor (¿?).

¿Por qué no? Claro que eso es perfectamente plausible y posible!. Pienso que lo que cabe aquí no es la pregunta del si es posible o no, sino otra de rigor: ¿por qué suena tan lejano y hasta chistoso considerar que una persona es capaz de comprometerse, sin necesidad de firmar un papel que lo obligue ante la sociedad, a cumplir lo pactado, bajo amenaza de castigo grave?. La respuesta es porque incluso desde los tiempos de gente honorable y respetable como Chito y gente tan distinguida como los abuelos y bisabuelos de ustedes, mis amigos lectores, existieron los “sinvergüenzas” que perdieron su honor y su respeto por haber faltado a su palabra; por eso es que a los que decidimos apegarnos a nuestros valores y creer en el compromiso que implica el dejar nuestra palabra empeñada se nos acusa de pendejos, por la inversión de valores que han propiciado estos charlatanes que pululan en los ambientes sociales. Pero aún así, aún así (reitero), al dar la palabra, aquello que deja uno en garantía de cabal cumplimiento es nada más y nada menos que el mismísimo honor, cosa que uno no puede darse el lujo de perder.

Como hay personas que aparentemente no conocen bien el significado de la palabra honor, el mataburros lo define como sigue: “cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo” (ver Web site del diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) en : http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=honor ). De tal forma que quien falta a la palabra falta al honor (a su honor), y quien falta al honor consecuentemente desdice mucho de sus cualidades morales.

Y ustedes se preguntarán a qué viene todo esto. Ustedes saben que el PRD se reservó algunas candidaturas a cargos municipales y congresuales de cara a las elecciones del próximo 16 de Mayo que, a la sazón, están ahí mismito, a ley de 90 y tantos días. Para estas reservas utilizó como barómetro las encuestas de intención practicadas por organismos del propio PRD a lo largo y ancho del país. Una de las candidaturas reservadas fue, precisamente, la del municipio de Cevicos, donde el candidato (por lo menos lo era extraoficialmente hasta el Sábado próximo-pasado) respondía al nombre del actual Síndico Máximo Suárez (Fey). En conversaciones con el propio Fey (y que me perdone si al publicar esto cometo una indiscreción), este me había manifestado que el propio Miguel Vargas Maldonado le había asegurado que él (Fey, y no otro) era el candidato que se había “reservado”, en virtud de las encuestas realizadas en el municipio y que su candidatura se oficializaría mediante la proclamación de los candidatos, actividad anunciada inicialmente para el 17 de Enero, si la memoria no me falla, y pospuesta por el tema de la tragedia Haitiana.

Los listados con las proclamaciones de los candidatos del PRD se dieron a conocer el domingo pasado y vaya sorpresa para Fey!: ahora resulta que el candidato a Síndico del PRD por Cevicos no es Fey (Máximo Suárez), sino Tony (Carlos Fernández) ver http://www.elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=186033. De ahí el título de este post: Donde dije “digo” quise decir “Diego”, cosas muy diferentes. Este tipo de eventos parece que pasan con cierta frecuencia en ese partido, eventos estos que van en desmedro y que socavan su imagen y su credibilidad ante los ojos de la población y ante los ojos de su propia dirigencia, inclusive. Esta desconfianza se extrapola, por supuesto, hacia la propia imagen de sus candidatos, como es de esperarse, y en este caso afecta al candidato principal de ese partido, Miguel Vargas Maldonado.

Lo cuestionable de esta decisión no es el candidato proclamado, personalmente entiendo que Tony, al igual que Fey, es excelente (ambos son excelentes candidatos dentro del PRD). Fey, por un lado, es una persona que ha demostrado honestidad en sus actuaciones y que evidentemente tiene una mentalidad progresista. En sus gestiones ha hecho un gran trabajo en obras sociales para el municipio y sus parajes (los números y las obras están ahí). Tony, por su parte, es un profesional joven, dinámico, que ha venido haciendo un trabajo dentro del PRD que le ha valido justo respeto y reconocimiento, pero el punto en discusión aquí realmente no es ese. Lo cuestionable aquí es la volatilidad en las promesas, lo endeble del compromiso, la decepción que eso causa y las consecuencias en las que puede degenerar en términos de imagen pública.

Alguien podría decirme: pero Tono, tu abuelo decía que “el pobre lo único que tiene es su palabra”… pero entiende que Miguel Vargas no es pobre, todo lo contrario. Yo respondería que si, que es cierto, pero cualquier candidato que aspire a dirigir los destinos de este pueblo debe estar, necesariamente, investido de la más alta autoridad moral y no puede darse el lujo de que se ponga en duda o que se afecte negativamente, ni por un ápice, la percepción de su credibilidad como persona o candidato.

De igual forma alguien también podría decirme: pero Tono, esto no es un asunto de honor, es un asunto de conveniencia política, de sumar y de ganar. Ante tal aseveración yo respondería que como ciudadano y elector consciente yo preferiría seguir, confiar y votar por una persona que asuma posiciones y las mantenga, no que posteriormente las deshaga con ligereza, sucumbiendo y relegando sus propias posiciones y convicciones ante posibles presiones del entorno o de personas específicas, o bien por una conveniencia coyuntural. En mi lenguaje eso se llama falta de personalidad.

Alguien podrá decirme: Ves, por eso es que no eres político y por eso es que probablemente no llegarás a serlo. Y yo le respondería que en ese sentido tiene razón. Si para hacer política se requiere renegar de la responsabilidad y de los principios moraleticos, entonces no lo seré. Les doy mi palabra!