De paseo por la historia. Con una mirada breve a los eventos y personajes que impactaron al país y al mundo.
Evaristo Regalado, 5 de julio de 2021, actualizado al 2025.
PRIMERA CLONACIÓN DE LA HISTORIA
Permitidme iniciar esta breve parada histórica con la expresión eufórica de Francis Crick el día en que por fin resolvió, junto a James Watson, la estructura tridimensional del ADN, un día llamado por algunos como “el octavo día de la creación”. Cito:
¡Hemos encontrado el secreto de la vida!
Un día como hoy, 5 de julio pero de 1996, nació la oveja “Dolly”, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Este evento marcó un hito en la ciencia y desató polémicas éticas que todavía prevalecen. Se trató de la primera clonación de la historia.
Para crear a Dolly se necesitaron 277 intentos. Los “creadores” de Dolly fueron los científicos Ian Wilmut y Keith Campbell, del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia), pero estos no anunciaron el nacimiento sino hasta siete meses después, el 22 de febrero del año 1997.
*Dolly en el Museo Real de Escocia*
A partir del quinto año de nacida, Dolly comenzó a desarrollar artritis, lo que provocó que comenzara a caminar con dolor y dificultad. Finalmente fue sacrificada el día 14 de febrero de 2003 debido a un tipo de cáncer pulmonar. Dolly vivió apenas siete años, aun perteneciendo a una raza cuya expectativa de vida oscila entre los 11 y los 12 años. Algunos críticos han especulado que Dolly, al momento de nacer, ya tenía la edad genética de seis años, es decir, que había heredado la misma edad que la oveja de la cual fue clonada, aunque en ese sentido los técnicos del Instituto Roslin no han certificado públicamente la conexión entre su muerte prematura y el hecho de haber nacido de un proceso de clonación.
Cinco meses después de Dolly, en el año 1997, los mismos científicos del Roslin realizaron un segundo experimento del que vieron nacer a la oveja “Polly”, la primera oveja clónica y transgénica a la vez, pero esta vivió menos que Dolly, murió un año después. Posterior a los experimentos de Dolly y Polly se abrieron las puertas de la ciencia a la controvertida clonación y el procedimiento se realizó en una importante cantidad de mamíferos como ratones, caballos, perros, gatos y vacas.
Los restos de la oveja Dolly están expuestos al público en el museo real de Escocia. El tema de la clonación es delicado y controversial, permeado por consideraciones y dilemas del tipo ético, moral y religioso. Su discusión se inició en el año 1996 con la creación de Dolly pero todavía no termina. De hecho volvió a ponerse sobre la mesa a partir del 5 de diciembre de 2017 con el nacimiento de los monos Zhong Zhong y Hua Hua, los primeros primates en llegar al mundo gracias a una técnica similar a la que hizo posible que naciera Dolly, hace más de dos décadas atrás. En esa misma línea primate, en enero de 2024 se anunció el primer clon sano de un macaco rhesus, una cría llamada Retro, producida mediante transferencia nuclear de células somáticas (SCNT). Aunque la tasa de éxito fue muy baja (<1 %), este avance refuerza el progreso en clonación de primates.
Este año 2025 se anunció progreso en la creación de esperma y óvulos humanos a partir de células adultas convertidas en células madre, lo que puede dar otro giro en lo que es la gametogénesis in vitro (IVG, por sus siglas en inglés). Equipos en Japón, Estados Unidos y especialmente California (como Conception Biosciences en Silicon Valley) estiman que podrían producirse gametos viables en los próximos 5 ó 7 años que podrían tener aplicaciones prácticas en los tratamientos para la infertilidad, nuevas herramientas de edición genética y lean esto bien: para la reproducción de parejas del mismo sexo.
Cabe preguntarnos si los seres humanos somos realmente tan únicos y diferentes como pensamos. ¿Lo somos? ¿Cuáles son esas características que nos acreditan como un ser único e individual? ¿Se caería la tesis de la individualidad con la práctica de la clonación?. Y la pregunta tal vez más importante e inmediata: ¿es posible la clonación de humanos?. La respuesta a este último cuestionamiento es un rotundo “sí”. Los científicos aseguran casi de manera unánime que la clonación humana, definida como la creación de una copia genéticamente idéntica de una persona, es ya “perfectamente posible”, y aunque está prohibida en muchos países del mundo (Argentina, Australia, Canadá, Colombia, La Unión Europea, India, Rumania, Reino Unido, EEUU, etc.); sostienen que no representaría un grave problema si se hiciera solamente con fines terapéuticos, es decir, como si se tratara de una granja de órganos, una forma de clonar “partes humanas” (corazones, hígados, córneas, riñones, etc.) que pudieran servir para ser transplantadas y ayudar en el tratamiento de enfermedades crónico-degenerativas.
Desde ese punto de vista los seres humanos, así como los autos, tendríamos “talleres de repuestos” disponibles. Una granja de órganos garantizaría, entre otras cosas, que los órganos transplantados no experimentaran rechazo inmunológico y se podrían atacar enfermedades que hasta la fecha no tienen cura. De sabe que muchos países han conducido investigaciones muy serias para afinar los procedimientos de clonación inaugurados con la oveja Dolly en 1996, pero esta vez orientados a personas.
Del del otro lado de la moneda están los opositores: los filósofos, académicos, religiosos y científicos que consideran que la clonación arremete contra la naturaleza y su forma de gestionar sus procesos naturales; además de la llamada “deshumanización” del hombre implícita en el tema de la clonación. ¿Hasta dónde se nos está permitido llegar?, es la pregunta clave. Las consecuencias de la manipulación genética todavía no están claras y la idea de que “alguien”, sea persona, institución o gobierno, quisiera tener una réplica genética de alguien, o de sí mismo incluso, podría estar motivado por propósitos inconfesables.
Motivaciones humanas como el narcisismo, el deseo de “eternizarse” en una copia (o de eternizar a un líder, por ejemplo), la posibilidad de evitar el envejecimiento natural, personas pensando en cosechar sus propios órganos y tejidos, o en recuperar a un ser fallecido a partir de una de sus células, o tal vez alguien que quiera crear su propio ejército de trabajadores o con fines militares (un ejército de clones súper humanos)… en fin, todas son ideas que resultan algo perturbadoras, tenebrosas, macabras y por demás escalofriantes. Todo lo anterior, amén de la pregunta sutil sobre la identidad de los individuos clonados o cómo estos podrían integrarse en las familias y en la sociedad, en sentido general.
Ahí está el problema, la clonación es un desafío bioético inquietante, pero la oposición radical sin argumentos sólidos en contra de la clonación y en contra de los avances tecnológicos en esa rama podría representar para el mundo un tipo de veda o de estancamiento intelectual y una transgresión al avance científico y lo que se presupone que este persigue, que no es otra cosa que el bienestar de la humanidad. Para muchos conocedores del tema, la principal preocupación por la clonación debería ser (y no otra) la finalidad con la que se lleve a cabo.
Aunque todavía no existen evidencias científicas duras y confiables de que un humano haya sido clonado, hay quienes aseguran que ya se han realizado por lo menos 14 experimentos de clonaciones en seres humanos en laboratorios secretos (Peter Williams, 2003) a partir de células de la piel de sus “padres” (diario The Independent). En el año 2001 saltó a la luz el trabajo de un médico chipriota llamado Panayiotis Zavos, quien junto al italiano Sevenino Antinori se disponía a realizar la primera clonación humana. Los científicos anunciaron en una conferencia en Lexington (Kentucky), “el primer esfuerzo serio” para clonar seres humanos, con proyectos que incluían 10 parejas estériles y un posible inicio en pocos meses a través de transferencia nuclear de células somáticas (SCNT) y habían reclutado para eso a 2000 mujeres voluntarias (según diversas fuentes). Pero la comunidad científica, incluidos investigadores muy prestigiosos como Ian Wilmut (uno de los “padres” o creadores de Dolly) y Rudolf Jaenisch (profesor de biología en el MIT y miembro fundador del Instituto Whitehead de Investigación Biomédica), criticaron duramente ese plan, debido a los riesgos que involucraba, incluidos: abortos espontáneos, malformaciones severas y baja eficacia pronosticada (del 1–5 %). A final de cuentas se consideró el anuncio de Zavos y Antinori como un asunto promocional sin fruto y sin ningún respaldo de la ciencia (ni ética).
Finalmente, han pasado casi treinta años desde la primera clonación y hoy en día de ese tema casi nadie habla, o por lo menos se toca muy poco, salvo algunas nubes dispersas y pinceladas cada cuatro o cinco años, como lo descrito anteriormente con respecto a los primates y el deseo de poner a parir a los homosexuales. Ese silencio de la comunidad científica sobre un tema tan atractivo como polémico particularmente nos parece sospechoso. No sé qué piensan ustedes.
Hoy, como cada 5 de julio también recordamos la independencia de tres países: Argelia, Cabo Verde y Venezuela; así como la muerte de Porfirio Rubirosa (político, diplomático y playboy dominicano); el nacimiento del Dr. Salvador Jorge Blanco (político, abogado, escritor dominicano y ex presidente de la República); y el nacimiento del poeta, novelista, dramaturgo, pintor, diseñador y cineasta francés Jean Cocteau, en 1889.
Hasta la próxima, cuando la historia y los personajes nos reencuentren. Si te gustó, comparte.
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