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En defensa del Oscar y El Imperio

Preámbulo La arquitectura y el estilo de construcción de muchos de los pueblos del país tradicionalmente ha aglutinado a la mayoría d...


Preámbulo

La arquitectura y el estilo de construcción de muchos de los pueblos del país tradicionalmente ha aglutinado a la mayoría de instituciones públicas, centros de esparcimiento o diversión y toda suerte de negocios alrededor de un reducido polígono de apenas varias calles. Por eso no es raro ver en derredor de los parques centrales municipales ciertos edificios que albergan iglesias, discotecas, destacamentos policiales, hasta hospitales y oficinas públicas y, por supuesto, casas de familias tradicionales, en muchos casos pertenecientes a fundadores de esas comarcas.




En el caso de nuestro municipio de origen, Cevicos, el hospital y el destacamento de la policía son contiguos a por lo menos dos bares y otros centros de comercio.


Los que de alguna manera han tenido la oportunidad de visitar otros pueblos a lo largo y ancho de esta media isla, si hacen cuentas, notarán que la situación es muy similar en muchos de los municipios del país y que hasta cierto punto se repite, como si se tratara de un plan urbanístico “maestro” imperante de ciertas época, como si se tratase de una especie de dogma, política o lineamiento consensuado entre los diseñadores y constructores. Los entendidos en urbanismo y arquitectura amigos de cevicos.com quizás nos puedan arrojar luz con relación a la razón de ser de esta situación.


Situaciones indeseables

En una noche de fin de semana, hará de eso unos 30 días, probablemente más, nos encontrábamos entre amigos compartiendo cerca del parque Juan Pablo Duarte, en Cevicos y vimos con mucho asombro la irrupción en la noche de dos jeepetas con equipos de sonido de alto poder haciendo competencia sónica. Hubo presentes en el lugar que de alguna manera “calcularon” el valor de estos “pertrechos” musicales en no menos de 400 mil pesos cada uno. Todavía tengo vívido el recuerdo de los vehículos, están perfectamente grabados en mi memoria: se trataba de un “crossover” Nissan Infinity de color blanco y otra Mitsubishi Montero Sport. A los propietarios no los había visto nunca, por eso entendí que debieron ser de otra zona.


Estamos hablando que ese evento ocurrió rondando la 1:00 de la madrugada de aquel día, cuando pernoctaban, con todos los derechos y garantías del buen vivir en sociedad, todos los parroquianos del pueblo, excepto el 5% de almas que nos encontrábamos en el parque municipal en ese momento, dicho sea de paso, en su mayoría jóvenes que no llegaban a los 18 años, algunos embriagados y hasta cierto punto extasiados por los efectos del alcohol y, por qué no, probablemente de otras substancias, a juzgar por las actuaciones y los comportamientos asumidos por muchos de ellos esa madrugada.


Trate de imaginarse ese escenario con esos dos “monstruos” vomitando decibeles a esa hora de la madrugada; esos inconsecuentes y desconsiderados irrumpiendo en la solemnidad de aquella noche en una brutal competencia de bulla vulgar, porque hay que decir que lo que tenían puesto como música no podía ser peor: un reggetón con unas letras asquerosísimas, impublicables. Ambos vehículos estaban en las intersecciones de la Dr. Tejada Florentino y la Ma. Trinidad Sánchez, ambos vehículos apostados con los baúles abiertos de frente a la puerta del destacamento policial local, sin que los agentes del orden se inmutaran en lo absoluto, sin que se produjera en ellos la más mínima de las reacciones en contra de esa vagabundería. Alguien que no fuera de Cevicos y que no conociera de la seriedad y de la honorabilidad de la policía local pudo haber pensado que ese comportamiento “sospechoso” de la autoridad fuese condicionado por un $aludito especial de los yipetuses.


¿Ustedes saben qué es lo más lamentable del caso, amigo que me lee y que probablemente no sea cevicano o no conozca Cevicos?... lo más penoso es el hecho de que a escasos metros del punto de competencia (menos de 50 mts.) está el hospital público del municipio de Cevicos, colindando pared con pared con la casa que sirve de local al destacamento policial.


Un hospital acoge internos, entre los pudieron haberse contado niños, recién nacidos, ancianos, mujeres embarazadas, mujeres recién paridas… ENFERMOS que necesitan descansar y ser tratados con cuidado para poder reponerse y reincorporarse… y esos abusadores con esas bocinas de frente con ese escándalo indecente.


Los jóvenes del parque se aglutinaban en torno a uno u otro vehículo (el de su preferencia, de acuerdo al poder musical de preferencia) para entre parejas estrujarse en un mal llamado baile que más bien parecía un ritual de budú o expresión de arte contorsionista maltrecho.


“Esto si ta’ bueno, co#!!” vociferaban algunos, ante el ensordecedor sonido. Otros ya no podíamos conversar tranquilamente sobre ningún tema, ni mucho menos compartir el trago social como lo veníamos haciendo apenas minutos atrás. Aquello era una tortura para el oído, no importa que vociferáramos, nuestro más cercano “vecino de silla” no sería capaz de escucharnos, en lo absoluto. Así que decidimos irnos, con el “rabito entre las piernas”, cada cual para su casa, mis amigos y yo. No sé qué terminó de pasar aquella noche con esa manifestación de violencia (por el lado de los jeepetuses) y de desdén (por el lado de la autoridad) en contra del pueblo cevicano, porque vivo un poco retirado de la “zona de desastre”. Ese tipo de evento, según lo que pude averiguar después, no era aislado, sino que se venía repitiendo desde hacía ya varios fines de semana, aunque no con el nivel de irrespeto, descaro y desconsideración de aquella noche.


Los cevicanos no podemos permitir que nuestro ambiente se contamine y se corrompa con ese tipo de actitud de gente que ni siquiera son del municipio, quienes no conocen a un vecino, a quienes no les duele el pueblo y se le importa que “el diablo se lleve al demonio”.


Esas escenas, amigo cevicano que probablemente estés lejos del terruño, son parte de la degeneración ha comenzado a afectar a nuestro tranquilo pueblo desde unos tres o cuatro atrás, hasta la fecha. Ese tipo de cosas no se veían en Cevicos antes, porque había cierto nivel de respeto y comedimiento; como tampoco conocíamos de ese destape de homosexualidad (de ambos sexos, tanto masculina como femenina) que se exhibe hoy en día en ese otrora tranquilo pueblecito enclavado en el mismo corazón de la media isla.


Me cuenta un amigo a quien estimo mucho, y me lo dice a modo de chanza o relajo, que ahora cuando visita un bar o va a la discoteca con planes de conquistar una fémina, se siente un poco confundido y hasta frustrado porque tiene que competir fieramente en la conquista no sólo contra sus contrapartes y naturales rivales masculinos, como era costumbre; ya tiene que sortear con nuevas fuerzas rivales femeninas que postulan también por llevarse su “trofeo”, su “presa” escogida. En muchos casos esos rivales femeninos atípicos están en ventaja competitiva con respecto a él, porque pueden permitirse agasajar a las “pretendidas” de su mismo sexo, pagándoles totalmente los consumos de esa noche y a ofreciendo incluso sumas considerables de dinero que mi amigo no estaría en condiciones de ofrecer.


Suena como novelesco y hasta cierto punto ocurrente, pero a esos niveles hemos llegado en nuestra “patria chica”, al punto de que damas con estas preferencias sexuales han corrompido y literalmente han “mudado” a otras, al estilo de los países del primer mundo, en donde estas vagabunderías son legales. Pero ese es otro tema, quisiera proseguir con el asunto de la bulla, si me lo permiten, ahora con la otra cara de los hechos.


La otra cara de lo criticable:

Los extremos no son buenos en nada, y creo que en eso hay una especie de consenso universal. Un exceso de permisividad es perjudicial, no favorece para nada la sana convivencia en esta sociedad que necesita y que tiene reglas que cumplir; pero son igualmente perniciosas y dañinas la intolerancia y el abuso desmedido de la autoridad y del poder, en cualquiera de sus manifestaciones, trátese del poder político, eclesiástico o corporativo.


Una competencia de música en espacios de esparcimiento público es condenable e inaceptable, que violenta los derechos ciudadanos que aspiramos a un mínimo de tranquilidad y de paz; pero igualmente desatinada es la intransigencia, la obcecación en contra de lo que no es ilegal. Igual de protervo, de perverso, es el atropello y los malos tratos a ciudadanos honrados y trabajadores, fruto del exceso de celo y probablemente de influencias malsanas procuradas por pasiones personales que buscan hacer daño a particulares bajo la sombrilla y la excusa de querer “proteger” a la comunidad en su conjunto.


Si bien es cierto que en el caso de las jeepetas las autoridades asumieron un comportamiento laxo, evasivo, muy permisivo; considero que esas mismas autoridades han actuado de una manera exagerada y muy dramática en contra de los propietarios de negocios de expendio de bebidas situados en las proximidades del parque Duarte en Cevicos. Trataré de explicar por qué, de la forma más respetuosa y objetiva posible, como trato de hacerlo siempre al momento de emitir algún juicio de valor; no sin antes aclarar que no me une a Moreno Cleto ni a Oscar Álvarez, propietarios y arrendatario de “Casi Preso” y de “El Imperio”, respectivamente, ningún otro vínculo ni sentimiento de amistad mayor o diferente del que pudiera yo tener para con cualquier otro ciudadano común del medio cevicano; que quien escribe no consume en “Casi Preso” ni consume en “El Imperio”, no porque tenga nada en contra de ellos, ni porque sean malos, sino porque no son lugares de mi predilección al momento de considerarlos como opción de esparcimiento o de diversión (prefiero otros escenarios por un asunto hasta de edad, si se quiere). No tengo ninguna razón por la que deba defenderlos más que el sentimiento del deber y la natural indignación por lo que interpretamos como un abuso de poder.


La Defensa

Cevicos cuenta con escasas opciones para disfrutar del sano esparcimiento nocturno (y hasta diurno). De hecho, una de las pocas cosas con las que cuenta el pueblo para evadirse de la rutina y escapar de la monotonía son los centros de diversión en los que se expenden bebidas alcohólicas. Estos centros son, en términos llanos, o bares, discotecas o colmadones. No hay muchas elecciones posibles a escoger para la recreación. Las actividades deportivas se igualan a prácticamente a cero en nuestro municipio; las culturales tampoco abundan mucho. Entonces ¿qué hace el cevicano?... el cevicano se va a su parque las noches de fines de semana.


La mayoría de los centros de diversión nocturnos están también en el área del parque central, por un asunto de lógica mercadológica. Este tipo de negocios se instala en los lugares a donde va la gente en masa. La Discoteca (Acuario’s Disco), un villar, dos bares (“El Imperio” y “Casi Preso”) operan en el perímetro del parque, además de la terraza de Chelo que está un poquito más alejada.


La situación es que recientemente la oficina de Medio Ambiente con asiento en Cevicos, en coordinación con la policía, intervino a dos de estos negocios y los embargó, clausurándoles las operaciones e incautándose de las bocinas que estos tenían en sus instalaciones. Tanto el bar “Casi Preso” como “El Imperio” permanecieron cerrados por un largo espacio de tiempo, cercano a un mes. En el caso del último negocio nombrado (El Imperio) a la fecha de postear este artículo todavía permanecía cerrado. La sanción ordena que no pueda abrir sus puertas al público debido hasta que pase un tiempo. Se habla de seis meses, lo cual me parece algo exagerado, pero mientras el hacha va y viene, entre rumores y verdades, “El Imperio” ya tiene cerca de dos meses sin vender una cerveza.


Circula la versión al unísono en el pueblo con respecto a las causas que originaron la medida del cierre por parte de las autoridades de Medio Ambiente, en coordinación con la policía de Cevicos y es la siguiente: “que la hija del encargado de la Oficina de Medio Ambiente de Cevicos, un señor que respondería al nombre de Anastasio Suárez Santana, tenía a su hija interna en el hospital municipal y que la música de los bares le molestaba… y por ahí se le agrega “cola” a la versión, pero en esencia es esa. De ahí en adelante supuestamente se tejen conversaciones entre el Sr. Suárez y otros actores sociales que accionan el detonante para que se tomen medidas disciplinarias contra los negocios mencionados.


Si las causas son las que el pueblo “sazona” y comenta, sería bueno saber dónde estuvo el Sr. Suárez Santana, a quien no tengo el placer de conocer, durante todo este tiempo. A nadie se le podría reprochar entonces si percibiese, y si así lo expresase, que constituye un acto de egoísmo el que este funcionario haya esperado a que la bulla le tocara a él en lo personal y en lo familiar para que ejerciera sus funciones con responsabilidad a favor de toda la colectividad cevicana.


Particularmente no sabíamos que Cevicos contaba con una oficina de Medio Ambiente con sede allá hasta que se armó este reperpero. Si la versión es cierta, si la hija de ese señor no hubiese sido hospitalizada a lo mejor ni nos hubiésemos enterado de que existía un funcionario de Medio Ambiente en ejercicio público en la comunidad de Cevicos, como no nos dimos por enterados de su presencia cuando los yipetuses cometían sus insolencias “apoyadas” en el parque Duarte de esta comunidad en aquella noche.


Sería bueno saber qué decía y qué hacía la oficina de Medio Ambiente entre el 1ro. De Enero y el 14 de Mayo del presente año electoral, cuando los candidatos de los partidos políticos nos acribillaban sin tregua con sus muy bien llamados “tumba cocos” todo el día y la noche, incluso a altas horas de la madrugada. Quisiéramos saber qué opina Medio Ambiente con respecto a eso. La sabiduría popular reza que “puerco no se rasca en javilla”, ¿será eso cierto? (cualquier parecido del refrán con la realidad es pura coincidencia). ¿La ley entonces es para todos? (dijo “todos”) ¿o es excluyente y los flamantes políticos tienen patentes de corso? ¿A ellos se les debe tolerar excesos que al ciudadano común se le reprimen?.



Las leyes que regulan la emisión de ruidos en la República Dominicana son la 287-04 y la 64-00 y estas incluyen otros factores prevenibles de perturbación por ruidos que las autoridades están en el deber de controlar. La primera de estas leyes, en su artículo 7 establece lo siguiente:


Los vehículos de tracción mecánica deberán tener en buenas condiciones de funcionamiento el motor, la transmisión y la carrocería que sean capaces de producir ruidos y especialmente el dispositivo silenciador de los gases de escape, con el fin de que el nivel de presión sonora emitido por motocicleta, automóviles y vehículos de transporte en general, no exceda los límites establecidos”


Pregunto si la oficina de Medio Ambiente y la policía han tomado medidas en contra de las decenas de motores que transitan por las calles cevicanas sin mufflers, con una bulla infernal.


Hasta donde tengo entendido, me corrige alguien si mi apreciación es incorrecta, Medio Ambiente o Foresta (o ambos en conjunto) son co-responsables de tomar las previsiones de lugar, de forma tal que el conuquismo y las manos indiscriminadas de muchos empresarios agrícolas, incluyendo productores de piña, no sigan acabando con el verde en las lomas y en las cuencas de los ríos, que dicho sea de paso se están secando. Les invito un día a que extiendan su vista hacia las lomas de Cevicos, en dirección a La Navisa para que se den cuenta cómo lucen depredadas las faldas de las lomas. Es lamentable que todavía con toda esta modernidad que se anuncia con bombos y platillos se vean caballos cargados con sacos de carbón por las calles del pueblo de Cevicos. Pero Medio Ambiente parece que está muy ocupada persiguiendo a los campesinos de Batero y destruyéndoles sus plantaciones para poder darse cuenta de eso, o bien haciéndole el juego a empresarios inescrupulosos que tratan de agenciarse contratos leoninos en perjuicio del Estado dominicano, de los campesinos y de todos los que vivimos en este país. Medio Ambiente ha actuado de manera muy desafortunada, desenfocada y cuestionable en los últimos meses.


Por qué digo esto, porque entiendo que hay un exceso de parte de las autoridades de Medio Ambiente y en sus actuaciones que lucen sospechosamente focalizadas hacia un solo sector (los bares y discotecas) descuidando otras áreas igualmente importantes.

El diálogo. Entre bomberos no nos podemos pisar las mangueras (entre cevicanos no nos debemos hacer maldades)

Estamos de acuerdo en que los dueños de negocios deben tener sentido común, deben tener responsabilidad social y ciudadana; que deben colaborar con la población realizando sus operaciones comerciales, porque de eso es que viven, pero manteniendo el volumen de la música a niveles adecuados de tal forma que no perturbe el buen desenvolvimiento de la vida pública y de las actividades alrededor de ese entorno. Los dueños de negocios tienen que entender que hay que permitirle a la iglesia que realice sus oficios religiosos en paz, en tranquilidad; hay que permitirle a la gente que está sentada en el parque y que sólo quiere conversar o compartir un trago con amigos que lo haga sin que sea atosigado por música a volúmenes irritantes. Los dueños de esos negocios tienen que favorecer que pese a sus operaciones, los enfermos en el hospital de Cevicos puedan dormir placenteramente, con tranquilidad, descansar en paz (y no me refiero a que se mueran). Los niños deben poder disfrutar de su juego en el parque con tranquilidad y bajo un buen ambiente. Todo eso es cierto, todo eso es verdad, debe primar el respeto, la cordura y la consideración.


Pero también las autoridades deben tener respeto y consideración también y, sobre todo, el cuidado de no extralimitarse atropellando con sus acciones a gente de nuestro mismo pueblo. No nos maltratemos de esa forma entre cevicanos. Pienso que Medio Ambiente debió buscarle una salida “negociada”, digna, decorosa a este asunto y no utilizar la imposición y el abuso del poder. Entiendo que debieron sentarse en la mesa del diálogo con estos dueños de negocios antes de tomar medidas que los perjudican a ellos y a mucha gente, medidas extremas como el cierre de los mismos, que debe dejarse como última opción en caso de incumplimiento de los mandatos y disposiciones discutidas.

Yo creo que Moreno Cleto (propietario de Casi Preso) y Oscar Álvarez (Arrendatario de El Imperio) son personas razonables y conscientes, que no hubiesen tenido ningún problema en ajustar el volumen de la música de sus negocios si las autoridades se hubiesen reunido con ellos a dialogar sobre el asunto. Pienso que Medio Ambiente debió primero expresar la queja a los dueños de esos negocios (quejas que son válidas y legítimas), invitándoles a tomar las medidas de lugar para la readecuación de esos locales a los fines de que dieran cumplimiento a lo que pudieran establecen los procedimientos y las buenas prácticas medioambientales en lugares como esos (instalar cristales anti ruidos, por ejemplo, y todas las medidas que consideraran pertinentes). Era cuestión de buscar una salida en donde todos ganáramos y nadie saliera tan perjudicado. Ahora hay una crisis, ahora hay perjudicados, luego quedarán resentimientos.


Estoy en desacuerdo con esta especie de mini dictadura que se está verificando en Cevicos en los actuales momentos con relación al tema. Discrepo rotundamente con el hecho de que uno no pueda ni prender, a bajo volumen, el radio de fábrica de su vehículo en las proximidades del parque, porque hasta eso se lo prohíben al ciudadano cevicano, algo sin precedentes, un absurdo, algo irracional, disparatado y extravagante. Pienso, reitero, que las autoridades se están extralimitando en ese sentido, que se les ha ido la mano y en lugar de concitar el apoyo de una ciudadanía de por sí ya maltratada lo que están consiguiendo es el repudio generalizado, ahora en secreto, pero que en algún momento podría aflorar violentamente a la superficie. Están provocando al pueblo de Cevicos con estas arbitrariedades, a mi juicio son sencillamente eso, arbitrariedades y desafueros.


Si a la juventud cevicana que tiene iniciativas de negocios, que son emprendedores, no se les permite descollar ¿a dónde queremos llegar entonces?. Oscar Álvarez de seguro que incurrió en compromisos financieros para rentar “El Imperio”, a lo mejor también tuvo que hacer alguna que otra inversión en equipos para poder operar el negocio. Ahora su negocio está cerrado, su inversión paralizada, sus compromisos en “veremos” y, encima de todo, para poder abrir debe hacer inversiones adicionales en la readecuación del local.

Hay que pensar un poco en el prójimo, en la otra persona antes de tomar decisiones con tantas implicaciones como cerrar un negocio. Ese muchacho está trabajando, de manera honrada, porque los negocios de ese tipo no son ilegales hasta donde yo se. Si no opera, si no vende, aunque sea con volumen bajito, casi seguro que no va a poder honrar esos compromisos económicos contraídos, que suelen ser muy fuertes, porque esos muchachos o no tienen o tienen muy poco capital propio para invertir. Pienso que se debió ser en la medida de lo posible flexible y permitirles, bajo un ultimátum, que pudieran seguir operando con el volumen bajito, adecuado, y dándoles un plazo razonable para que coloquen cristales y hagan las modificaciones de rigor, en lugar de esa manifestación y demostración de fuerza innecesaria.


Y no podemos ver el caso de Oscar como un asunto particular, individual. Esa situación está afectando a muchas personas del entorno. Oscar tiene empleados que consiguen su sustento a través del trabajo realizado en el negocio, desde los bartenders del negocio, hasta la señora que hace las veces de conserje. Con esos negocios cerrados la afluencia de personas al parque obviamente disminuye, provocando una consecuente disminución en las ventas de los negocios informales que pululan en la zona (el que vende pinchos, el que vende chimi-churris, la que vende carnitas y frituras de todo tipo, etc.). Pero también se perjudican las compañías que suplen los productos que se comercian en esos lugares.


Como el sector de las bebidas etílicas es el uno de los más gravados con impuestos (a la par tal vez con el sector de las comunicaciones), por el Itbis y el impuesto selectivo al consumo, piense por un momento qué le pasaría a un Estado si esa medida se extrapolara en igual forma a todos los pueblos del país. En buena economía podría concluirse que ocurriría sin duda una hecatombe económica, porque se “caerían” los ingresos fiscales que derivan de ese sector que, reiteramos, es uno de los que más impuestos paga.


Por otro lado, Cevicos recibe anualmente cientos de visitantes de otras ciudades que van allá como “turistas amistosos”, si es que cabe el término, es decir, los amigos que uno lleva, por lo general, desde Santo Domingo y otros confines del país. Esa gente que llega visita el polígono del parque por las noches y consume en esos negocios, y también consume en otros negocios de otro tipo durante su estadía en el pueblo (gasolina, tarjetas de llamadas, chucherías de colmados, etc.). Evidentemente se afecta también la parte que tiene que ver con la afluencia de personas hacia el pueblo. Fíjense cómo todo está concatenado, de manera que no podemos ver esto como un asunto aislado que sólo afecta a una persona en particular.


El ruido causa estrés, tiene secuelas indeseables en la salud. El ruido debe controlarse, debe erradicarse en la medida de lo posible porque constituye un agente contaminante como cualquier otro, como la basura incluso. Pero sigo creyendo, para finalizar, que “entre bomberos no nos debemos pisar las mangueras”. Todos somos cevicanos y debemos de cuidarnos y considerarnos. De una y otra parte, los dueños de negocios siendo prudentes y decentes con la música que ponen; y de la otra las autoridades, siendo condescendientes, considerados y cordiales al momento de ejercer sus funciones de autoridad.

Hay que pensar siempre en el tipo de negociación ganar-ganar, no aquella en el que una de las partes involucradas pierda, aunque la otra tampoco gane, como es el caso. Cevicos es un pueblo humilde y trabajador todavía, gracias a Dios. Vamos a conservar las buenas relaciones, vamos a tener más miramiento y más solidaridad los unos para con los otros. Todavía estamos a tiempo de rectificar.

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