Leonel Fernández: inmutable y sin ofrecer explicaciones al pueblo de todos estos escándalos

El presidente Leonel Fernández parece estar convencido de que en su gobierno pueden ocurrir los hechos más abominables en términos de corrupción de sus funcionarios, narcotráfico y otros malas artes del poder, y él puede quedarse en absoluto silencio, inmutable, sin rendir cuentas, sin necesidad de ofrecer la más mínica explicación a la ciudadanía de tale desmanes.

Quienes depositaron la confianza en él con su voto para que dirigiera los destinos de la nación por un tercer período, por lo que podemos interpretar, no merecen una reacción suya ante los muchos escándalos que se repiten en su administración, algunos de los cuales salpican (y casi enlodan) la imagen, inclusive, del propio Mandatario.

Como político, como gobernante, Leonel tiende a jugar con el tiempo en medio de circunstancias que reclaman, exigen, de su discurso o su accionar. Prefiere que los casos queden en el limbo, antes de hacer un llamado vehemente para que las cosas se corrijan o tomar una decisión para corregirlas. El tiempo pasa y la gente se olvida del expediente, pensará.

Nos gastamos un presidente que se resiste a llamar la atención, sancionar o en última instancia destituir a funcionarios que hayan cometido desmanes en los puestos que ocupan, porque, por lo que se puede apreciar, no quisiera tocarlos ni con el pétalo de una rosa, no vaya a ser cosa que se sientan ofendidos.

La administración de Fernández ha sido sacudida por situaciones en extremo comprometedoras que en cualquier otro país su gobernante hubiera sido llamado a capítulo ante los organismos institucionales competentes o ante los reclamos de la sociedad y la oposición política.

Esto viene ocurriendo desde hace buen tiempo y el Presidente se mantiene guardando silencio ante una ciudadanía que espera una explicación de su parte. Y eso es, sencillamente, un irrespeto, una desconsideración del Primer Mandatario ante sus ciudadanas y ciudadanos.

El caso más reciente que tenemos en esa orientación es el concerniente a la torre Atiemar y el español Arturo del Tiempo, su propietario, quien se afirma es un consumado narcotraficante y se encuentra guardando prisión en su país por un alijo de mil 200 kilos de cocaína.

El presidente Fernández prácticamente "apadrinó" la construcción de esa suntuosa torre dando el primer picazo para el inicio de su edificación, acompañando al señor del Tiempo para darle impulso a su proyecto.

Arturo del Tiempo fue atrapado por las autoridades de España, hacia donde enviaba cargamentos de droga desde nuestro territorio. Aquí el hombre operaba, evidentemente, sin inconveniente, con la protección y complicidad de parte de nuestras autoridades.

Ese narcotraficante contó con la presencia en persona y la aprobación nada más y nada menos que del presidente de nuestro país para desarrollar su ambicioso proyecto de apartamentos. ¿Quénes fallaron en este caso...? Los organismos de inteligencia del Gobierno, los cuerpos investigativos de la Presidencia, que permitieron que el mandatario asistiera a dar el primer picazo de una obra producto del narco.

Fernández, que se sepa, no ha llamado la atención, no ha amonestado ni mucho menos destituido a los responsables de permitir su acercamiento al señor del Tiempo. Y entiende que no tiene que darle explicación al país ante este hecho que tanto compromete su propia imagen y la de su gobierno, al punto de que ya se habla del narco-Estado.

Leonel parece entender que no, que no tiene nada que explicar al respecto; y nosotros, como ciudadanos, entendemos que sí, que debió hacerlo hace tiempo para despejar dudas y mantener el respeto ante sus condiudanos.

Fuente: Cristalycolores