Creatividad delectiva

POR DANIEL EFRAIN RAIMUNDO*

*EL AUTOR es comunicador. Reside en Cotuí

COTUI.- A una infeliz señora en el barrio Santa Fe en la calle que desde El Yoma llega al Hospital Inmaculada Concepción, unos jovencitos delincuentes del barrio Pueblo Nuevo la encañonaron, la despojaron de su cartera y casi perdiendo su vida los dos malditos le robaron 13 pesos dominicanos, tirándola abandonada en la inmensa oscuridad que tenebrosamente existe en ese callejón de la muerte.

Mientras la mayoría de ciudadanos busca el sustento propio o de la familia y dedican en jornadas, a veces extensas, las energías físicas o intelectuales en cumplir con sus obligaciones, los "cacos" amantes de lo ajeno dedican con mucha creatividad e ingenio sus neuronas tortuosas a buscar nuevas formas de apropiarse de lo ajeno. Hemos visto en los últimos tiempos escaladores más diestros que los alpinistas más célebres. Algunos con habilidad y cinismo extraordinario le reclaman a las víctimas por qué no está el dinero completo que sacó del banco, por qué no tiene efectivo a la mano, por qué las joyas no son de primera calidad.

En los casos más extremos en medio de asaltos los ladrones-asesinos les han quitado la vida a las personas en buses, en la calle, por no tener plata, por cara de "sapo" y hasta por feo. Los niveles de ingeniosidad varían, pero el abanico de ideas de cómo "encontrarse algo" antes de que se pierda son muchos.

La Asamblea Nacional recientemente hizo unas reformas a las reformas ya hechas para enmendar algunas penalizaciones no precisamente justas con la población, sin analizar los niveles de creatividad en los actos delictivos, pues algunos podrían ser argumento de la cinematografía dominicana o de récord internacionales como esos que han entrado y salido de la prisión 15 ó 20 veces y lo exhiben como medallas de honor dignas de la célebre película "Salvemos al soldado Riguroso".

El último invento en fase de perfeccionamiento es la técnica del semáforo. Se detiene o el robo de los colores. Usted llega tranquilamente al semáforo, se detiene como buen conductor, quizás está pensando, en el pago que tiene que hacer o cualquier otro problema y se le aparecen varios armados para llevarse lo que tiene en el carro o simplemente para secuestrarlo y, zas, se le alteró la vida.

A esa trabajadora mujer, también se le alteró la vida. ¿Y las autoridades? Bien, gracias. Ya un demente en la ciudad, frustrado por todo lo que pasa por falta de electricidad en el pueblo, exclamo: Si Celso Marranzini conociera de esta situacion ordenara una flotilla para que ponga luz en esa calle que conduce al Hospital. Quierea Dios que Marranzini escuchara ese clamor!